lunes, 26 de marzo de 2012

Entre católicos, pederastas y gobernantes






Axel Chávez / Palabras Malditas  2012


¿Qué país que se dice laico financiaría con dinero del pueblo la visita de un religioso?: la respuesta es simple, México.

En total, el gobierno de Guanajuato y los tres municipios inmiscuidos en la visita de  Joseph Ratzinger, mejor conocido como Benedicto XVI, gastaron 126.5 millones de pesos en organización, obras, logística e infraestructura, con dinero que procede del erario público, y en su mayoría, según dijo Juan Manuel Oliva, gobernador de esa entidad, estaba destinado para programas de asistencia social. Es decir, alimentación, pavimento, créditos para proyectos productivos y servicios básicos.

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El recurso procede de los impuestos de la población, esa misma que en Guanajuato alcanza los 2 millones 673 mil personas que viven en pobreza extrema. Esos que lavan sus rostros deteriorados por padecer ante el sol más de diez horas diarias tratando de hacer fructífero el campo, y lo lavan con agua que apenas cubre lo que anteriormente fue un río, y ahora está a punto de secarse. Esos que comen dos o tres veces por semana, y en las noches se alumbran con velas de la oscuridad.

Son 126 millones 500 mil pesos por tres días, equivalente a 488 pesos devaluados por minuto. Diez minutos del Papa en suelo mexicano es más del sueldo de un mes de un trabajador promedio, con el cual podría alimentar a una familia de cuatro integrantes. La cifra adquiere más valor si añadimos que el este país hay 75 millones de pobres. Y se torna a un dato vergonzoso si volvemos un poco al pasado, y pensamos en esos hombres y mujeres de poblados situados en el suroeste mexicano, en la Sierra Taraumara, que a principios de año murieron de hambre. Cayeron sus cuerpos al suelo puesto que sus fuerzas ya no fueron capaces de sostener sus pies, por dentro sus órganos se devoraban unos a otros al padecer uno de los peores maleficios para un ser vivo, el sentir hambre. Después su piel se secó al contacto con un calor intenso, y sus huesos se volvieron polvo.

¿Podría un minuto de Ratzinger en México si podría salvar vidas?, por su puesto que sí, pero destinando el dinero que invirtieron en su visita en servir a la población. Dinero que es de todos, no sólo de los católicos, que si bien representan el 80 por ciento del país, no son la totalidad. Benedicto XVI merece el respeto que se le daría a cualquier jefe de estado, puesto que él, es Jefe del Estado Vaticano. Un presidente no debe postrarse a sus pies, ni hacer alusiva su sumisión, al menos no uno que dirija a una entidad independiente de cualquier confesión religiosa, como se autodefine México, que como expresó el grupo Anonymous, uno de los tantos que se opusieron a esta visita: ”México antes de ser siempre fiel, debería ser siempre laico”.

Para continuar leyendo este artículo publicado en la edición de marzo de la revista de literatura Palabras Malditas, favor de acceder al siguiente enlace.

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